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Estampas y recuerdos de Alzira (145)La otra forma de comerse la mona
La peña Chiquillo fue creada por un grupo de amigos para pasar la pascua de forma diferente
Ha llegado la Pascua de Resurrección y los alcireños se desplazan, según costumbre por estas tierras, a los huertos, chalets o a las cercanas playas para “berenar la mona”.
Bien distinto fue hace cuarenta años, cuando la juventud la celebraba bien distintamente. Se organizaban los amigos en peñas reuniéndose en los huertos del término. La Peña Chiquillo fue la más popular, allá por 1958, creada por un grupo de amigos en l’Alquerieta cuando una tarde del domingo antes de la Pascua, en el bar Galiana de aquella barriada, Antonio Pastor, Miguel Oliver, Bernardo Palacios, Alfredo Torremocha, José Ferrer, Ricardo Bella, Adolfo, Salvador y Francisco de la Merced; Vicente Dasí, Bernardo Roca, Antonio Albarracín, José Capella, Ricardo Rodríguez, Joaquín Mompó y Vicente Pau tuvieron la idea de formar una peña a la que dieron el nombre de Peña Chiquillo, dada la popularidad que tenía la canción italiana que se escuchaba en las radios por aquella época que, por cierto estaba prohibida por la Sociedad General de Autores, dieron a conocer Renato Carosone y Gloria Lasso entre otros.
Eran estos fundadores jóvenes que jugaban al fútbol a principio del “Camí d’Albalat”, tras el desaparecido “Hort del pararrayos”.
La primera celebración en conjunto tuvo lugar en el “Hort del Taconer”, cerca de la rotonda de la carretera de Albalat, frente a Transportes Mazo. Para esta fiesta contrataron a la orquesta Nillet, que era de un pueblo cercano, no sé si de Polinyá o de Algemesí. Tal cantidad de jóvenes asistieron que el hortelano se asustó al ver tanta gente y al domingo siguiente tuvieron que cambiar de lugar.
Cien pesetas aportaban cada participante para los cuatro días de la pascua teniendo derecho a baile, refrescos y vino. Este último lo servían en botijos que adquirían en la cantarería de Ricardo España, de la calle Vara de Rey, cercana a la calle de la Montaña. Los beneficios que obtuvieron en esta primera edición los organizadores los emplearon en una suculenta paella que condimentaron en la casa de la Murta donde vivía Celestino, el casero de la finca, transportando los enseres en el carro de Ricardo Bella.
En el inicio los bailes se amenizaban acompañados del acordeón del señor Pepe “el bolo” y Vicentet; más tarde actuaron las orquestas Ritter, Rex y otras.
Llegó 1960 y se formó la junta directiva. Vicente Dasí fue el primer presidente aportando la idea de que fueran incluidos en la misma jóvenes de los cuatro puntos cardinales de la ciudad tomando tal incremento la peña que desbordó todas las previsiones de la junta. Recuerdo que al llegar estas celebraciones, los organizadores pintaban en las calles y caminos unas señales que encaminaban a los huertos que se celebraba cada año la fiesta de la mona, pero que no podían emprender esta tarea hasta no escuchar el toque de gloria a través de las campanas de Santa Catalina, en sábado a media noche y el sonido de las tracas.
Unos años más tarde, en 1963, al proyectarse la construcción del nuevo asilo de ancianos en la Avenida Luis Suñer, estos jóvenes idearon aportar su granito de arena, programando un baile en la Piscina aunque les fue negado el permiso por la primera autoridad local, dada su juventud, por lo que apelaron al gobierno civil dándoles permiso pero bajo la tutela de la Junta Local Fallera, que tenía arrendado el local, siendo asesorados por el vicepresidente de la misma, Enrique Aranda Piera. Fue todo un éxito de asistencia; de la venta de entradas en la taquilla de la Piscina se encargo una joven de 14 ó 15 años, Encarnita Lairón Garés, que era “molt boniqueta”.
Al día siguiente, el presidente se presentó en las oficinas de la Junta pro-construcción del Hogar Teresa Jornet para hacer entrega de los beneficios obtenidos en el baile indicándoles que no se podía registrar el donativo a nombre de la Peña Chiquillo, que tenía que ser una persona, por lo que tuvo que se puso a nombre del presidente, en representación de la peña.
No se privaron estos jóvenes de tener un himno propio. De este menester se encargó el popular actor de “peses valencianes”, Enrique Pellicer Ferrer “el Rullo”, quien una vez compuesta la letra, con música de la popular canción Horchatera valenciana, una vez grabado en un magnetofón de la época, Pellicer reunió a los directivos de la Peña en el bar Ramón de l’Alquerieta donde lo pudieron escuchar. Su letra decía más o menos... “Som de la Penya Chiquillo, molt alegre i bullanguera, per que la Penya Chiquillo repatix gráçia i salero pel carrer”.
El boom de las discotecas, los chalets y apartamentos en la cercana costa se encargaron de deshacer lo que durante más de quince años había creado una época de amistad y convivencia que los jóvenes, hoy mayores, recuerdan con nostalgia. Como los que figuran en la foto del 24 de abril de 1960, del recordado fotógrafo Lucas. En ella aparecen llevando la pancarta, Bernardo Vila “el Corretxet” y Vicente Roca. De pie, Enrique Giner, Adolfo de la Merced, Salvador Pastor, Vicente Sanmartín “el blanco”, Modesto Montagud, Joaquín Bohigues, Ricardo Ull, Vicente Pau, Patricio Hernández, Vicente Dasí y Ramón Cebrián. Sentados, Ricardo España, Francisco Hernández, Bautista Balaguer, Ricardo López, Bernardo Roca, Antonio Albarracín, Francisco Pelufo, Enrique Carreres y José Capella.
Alfonso Rovira 21.4.95
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