Esta tropa de adinerados baja de su esfera para hacerte la pelota. ¡No pierdas la oportunidad!
Los antiguos boticarios de bata blanca y cuello almidonado dieron en su día con la tecla de atenuar el angustioso efecto de tomar píldoras. Y no se les ocurrió otra cosa que tintarlas con colores para que parecieran caramelos en vez de pastillas desagradables. Un efecto sugestivo que los más perspicaces prefieren denominarlo engañabobos. De ahí nació la expresión dorar la píldora.
Faltan tan sólo unos días para las nuevas elecciones generales y en mi ciudad, como en tantas otras, los politicos, en su mayoría de tres al cuarto que nos impone el panorama político actual, acuden a los mercados municipales para dorarnos la píldora y a tratarnos de imbéciles. Esta tropa de adinerados baja de su esfera para mezclarse con el pueblo, estrecharles la mano, regalarles panfletos, caramelos y globitos con el logo del partido y exteriorizar sonrisas tan anchas que a más de uno un día le dará un tirón facial del que no se reponga jamás. Sólo les falta una aureola rodeando la cabeza.
Bajan de las alturas para dorarnos la píldora, a hacernos la pelota... No perdamos, pues, la oportunidad que nos brinda la vida de verlos arrastrados ante nosotros porque, al igual que los eclipses y fenómenos raros de la naturaleza que se dan en contadas ocasiones, los políticos sólo acuden a los mercados en comicios electorales -algunos hasta tienen que consultar el Google Maps para llegar-.
Ramón Alfil
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