Por qué se producen
Consejos del Hospital Universitario de la Ribera
Aunque las caídas no son el resultado inevitable del envejecimiento, a medida que aumenta la edad se incrementa la probabilidad de sufrir una caída. El 30% de las personas mayores de 65 años y el 50% de las mayores de 80, sufren al menos una caída al año.
Las caídas se deben a una combinación de factores ambientales, personales y situacionales. El riesgo de caída es mayor cuantos más factores de riesgo concurren en un paciente. Los tres tipos de factores son potencialmente remediables con intervención.
Factores ambientales o extrínsecos
Son la primera causa de caídas en los adultos. Los más importantes son:
En el hogar: mala iluminación, existencia de barreras arquitectónicas (desniveles, escaleras), suelos o alfombras deslizantes, presencia de mascotas, obstáculos en lugares de paso.
En el exterior: inclemencias climáticas (lluvia, hielo, nieve), accidentes en transporte, obstáculos urbanos, escalones, mobiliario urbano, aceras mal acondicionadas, suelo resbaladizo, desniveles.
Factores personales o intrínsecos
Se refieren a las condiciones del propio individuo, como la edad y el mal funcionamiento o fallo de los órganos y sistemas que contribuyen al control postural, por enfermedades o alteraciones. Los más importantes son:
La edad superior a 65 años y especialmente a partir de los 80 años.
Debilidad muscular.
Alteraciones de la marcha.
Alteraciones del equilibrio.
Movilidad alterada.
Utilización de bastones o muletas.
Alteraciones visuales.
Depresión.
Deterioro cognitivo.
Historia previa de caídas.
El 10% de las caídas son por causas agudas. Sobre todo, cuando existen condiciones crónicas de base que afectan el control postural, como artrosis y/o disminución de agudeza visual (condición crónica) y tomar sedantes y/o alcohol que alteran el estado de alerta (causa aguda).
Factores situacionales o comportamientos de riesgo
Entre estos factores se encuentran:
No usar instrumentos de ayuda prescritos (bastones o andadores) o no usar gafas.
Uso de calzado o vestido inapropiados (calzado no ajustado al pie o demasiado alto, o andar descalzo o con calcetines o medias resbaladizas, o ropas largas que puedan enredarse en las piernas).
Consumo de fármacos: sedantes, antihipertensivos, vasodilatadores, antidepresivos tricíclicos, antiarrítmicos, hipoglucemiantes, polimedicación.
Déficit de vitamina D.
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