Artículo de opinión de Xavier Cantera
"Me produce una gran satisfacción ver las calles y plazas llenas de gente en toda la geografía española y en muchos países pero, sobre todo, también en mi ciudad"
Una opinión más
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Es cierto que la llegada de la democracia superó aquella butade dictatorial de "la calle es mía", y que la práctica de la democracia está consolidando y haciendo normal y diaria la salida a la calle de todas las personas que necesitan decir y expresar alguna protesta, reivindicación, vivencia o manifestación colectiva como haremos el día 1 de mayo en "la madre de todas las manifestaciones".
Me produce una gran satisfacción ver las calles y plazas llenas de gente en toda la geografía española y en muchos países pero, sobre todo, también en mi ciudad. Y no me refiero únicamente a las protestas socio-políticas sino a las de cualquier tema. En los últimos meses y semanas he vivido de forma gratificante y respetuosa la ocupación plural de las calles con tanta espontaneidad por parte de las personas participantes como visibilidad de aquello que se quería exigir o pedir, habiendo días que nuestras calles rezumaban una gran vitalidad de más libertad de expresión y de manifestación sin que aparecieran personajes que ensuciaran esta "nueva primavera ciudadana".
Quiero resaltar que han habido expresiones alegres y tristes, como en la vida misma. Desde la semana de la mujer llenando nuestro ambiente de auténtico feminismo por la igualdad de hombres y mujeres; siguiendo por la movida de las personas pensionistas reivindicando la dignidad de las pensiones presentes y futuras mediante un sistema público de pensiones; avanzando con las concentraciones contra la violencia de género de todos los últimos viernes de mes en la plaza Mayor; reaccionando, ante los juzgados, contra la machista sentencia a los de la "manada" que ofende los sentimientos más elementales de justicia que puedan tener hasta las personas más insensibles; celebrando la creencia religiosa católica con una procesión y celebración eucarística en honor a la Virgen del LLuch en una plaza pública; leyendo poemas en todas las lenguas que conviven en nuestra ciudad a cargo de mujeres de diferentes culturas y terminando con los conciertos instrumentales y de voces blancas, signos de un futuro más esperanzador, pero que han hecho de nuestras calles y plazas un verdadero entorno de tolerancia, cultura y práctica real de los derechos humanos y de convivencia cívica.
Estoy convencido de que, cuando las instituciones y los poderes públicos no responden a las demandas de la sociedad o son lentas, tardan y van detrás en dar soluciones satisfactorias a las exigencias de las personas, solo nos queda salir, cívica y pacíficamente, a las calles del pueblo y ocuparlas porque son del pueblo, son nuestro espacio vital y es el escenario donde mejor actúa la ciudadanía crítica y exigente.
El Seis Doble no corrige los escritos que recibe. La reproducción de este texto es literal; fiel a las palabras, redacción, ortografía y sentido del autor/es.
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