Artículo de opinión de Marino Baler

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EL SEIS DOBLE
martes, 18 de noviembre de 2008
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 Despropósitos restauradores en el Monasterio de la Murta de Alzira

Artículo de opinión de Marino Baler


Leyendo un artículo el pasado día 1 de este mes, en EL SEIS DOBLE, parece ser que el Ayuntamiento de Alzira tiene previsto realizar unas obras de consolidación arquitectónica y estudios arqueológicos en el Monasterio de la Murta. Esto, dicho así de este modo, parece un hito sin precedentes, como si dependiera de esta actuación el futuro del antiguo cenobio.

Como en toda restauración, y esta no es distinta, antes de decir “lo que se va a hacer” sería más importante pensar “como se va a hacer”. No hace falta ser político para comunicar que el monasterio está en ruinas y las cosas que hacen falta consolidar, eso lo ve hasta un niño de 5 años. Pero claro, un político no pueda decir nada más que eso porque esa es su misión y de lo otro no sabe nada. De cómo restaurar, de los materiales a emplear, de las técnicas usadas en la época, de lo más conveniente para el edificio en cuestión que es en definitiva de lo que se trata, un político no habla porque quizás no tenga ni idea. Y es aquí donde se cometen las mayores atrocidades en restauración monumental. Suele ocurrir que cuando los políticos están por el medio de cualquier intervención que se haga, en edificios antiguos especialmente, quieren a toda costa un espacio cerrado para celebrar sus eventos, sus congresos, o enseñar a sus amiguetes "lo bien que lo hemos hecho” y luego salir en las fotos alabándose su buen gusto en patrimonio.

Actualmente, por motivos socio – económicos – políticos, se han potenciado todo tipo de actuaciones desastrosas, no siempre de forma coherente (basta recordar el teatro de Sagunto). Esta potenciación no ha de ser indiscriminada, ni todo es conservable, ni todo es desechable. Hay que plantear una escala de valores en función de: la singularidad, del entorno más o menos complicado, del estado de conservación, importancia de la inversión, posibilidades de acondicionamiento, aplicación de la normativa vigente, etc.

Sobre esta actividad existe una gran carga ideológica, origen de planteamientos y filosofías dispares llenas de contradicciones.

El monasterio de la Murta no escapa a esta particularidad, para desgracia del mismo. Las aberraciones y despropósitos hechos lo han transformado en algo que nada tiene que ver con lo que se pretende y a las pruebas me remito. Solamente hay que pasar por su puente. Un puente del siglo XVI y cuya forma de conservarlo ha sido echarle mortero encima como si estuviesen construyendo una acequia de regadío, sin ningún cuidado ¿Es eso forma de restaurar un puente de más de cuatro siglos de historia? Las paredes cubiertas por el mismo mortero de forma tosca y rudimentaria. Un apeo que sostiene una pared sin ningún sentido ¿Qué garantías podemos tener que no continuaran con el mismo modus operandi para las siguientes consolidaciones? O sea, una ausencia de criterio restaurador o arquitectónico donde la única forma de arreglarlo todo es poniendo pegotes donde parezca conveniente. ¿Para eso hace falta una subvención millonaria? Mejor estaría ese dinero destinado en otros menesteres mucho más importantes y precisos que en este porque para cargarse el poco patrimonio cultural de Alzira siempre hay tiempo.

Habría que decir, a quien corresponda, que una conservación y restauración de un edificio ha de seguir una máxima: “NO DESTRUIR NADA DE LO QUE EXISTA Y NO IMITAR NADA DE LO QUE PUDIERA HABER EXISTIDO”. Como vemos, algo tan sencillo no se cumple en el monasterio.

No por restaurarlo quedará mejor, quizás es más hermoso ver unas ruinas bien cuidadas (no con pegotes de mortero) que en su estado original. Los edificios tienen una época y un uso y una vez pasado es inútil volver a darles el mismo uso. Personalmente creo que con limpiar las barbaridades cometidas, tales como pegotes y mallas colocadas, desbrozar un poco el terreno y si acaso una maqueta de lo supuesto sería más que suficiente porque ¿Qué sería más hermoso ver las ruinas griegas tal y como están o tratar de reconstruir todos los templos?

Voy a citar un fragmento del libro “Las siete lámparas de la arquitectura” de John Ruskin que trata bastante bien el tema de la restauración. “La restauración supone el destrozo más absoluto que un edificio puede sufrir; un destrozo del que no cabe recoger restos; un destrozo acompañado de una descripción falsa de lo destruido. No nos dejemos engañar en un asunto tan importante; es imposible, tan imposible como levantar a un muerto, restaurar nada en arquitectura que haya sido grande o hermoso […].

Que no hablen entonces de restauración. Es una mentira de principio a fin. Puede usted hacer un modelo de su edificio, como podría hacerlo de un cadáver; dicho modelo tendrá el caparazón de los viejos muros en su interior, lo mismo que si hiciera un vaciado de usted que contuviera el esqueleto: con qué utilidad, ni lo veo ni me preocupa; sin embargo, el antiguo edificio quedará destruido y de manera tan total e implacable como si se hubiera hundido en un montón de polvo, o fundido en una masa de arcilla: mas se ha recogido de la desolada Nínive de lo que nunca se obtendrá del Milán reconstruido […].

De acuerdo, eche abajo el edificio, arroje sus piedras a ignorados rincones, haga lastre con ella so mortero, si lo prefiere; ahora bien, hágalo honestamente y después no vaya a colocar una mentira en su lugar […].

Por ello la restauración de un edificio no puede hacerse a la ligera solamente para aprovechar subvenciones y salir en la foto presumiendo de lo que se ha hecho, cosa bastante habitual, por cierto (me refiero a lo de salir en la foto, no a lo bien que se han hecho las cosas).

Creo que es mejor ver el paso del tiempo en los edificios y monumentos y en este caso el ejemplo del Monasterio de la Murta no ha de ser distinto. Que la naturaleza recupere lo que un día el hombre le quitó, pero eso sí, con dignidad y belleza. Cada uno tiene su cometido y el de este edificio es esperar el fin de sus día de una manera placentera y orgullosa sin que nadie trate de poner en el lo que no le cabe ni de transformarlo en algo distinto que tenga un sentido distinto para el que se construyó.

Para finalizar, citaré al francés Didon que expresa muy bien el sentido que tienen las cosas en su origen y que cualquier cosa añadida fuera de lugar es destrozar la identidad de ese elemento: “Del mismo modo que ningún poeta se pondría a terminar los versos incompletos de la Eneida, ningún pintor a terminar un cuadro de Rafael, ningún escultor a terminar una estatua de Miguel  Ángel, así ningún arquitecto debería consentir en completar una catedral”… “Cuando se copian viejos manuscritos, se dejan en blanco las palabras que no se pueden leer y no se rellenan jamás los espacios vacíos”.

Marino Baler

 

 

El Seis Doble no corrige los escritos que recibe. La reproducción de este texto es literal; fiel a las palabras, redacción, ortografía y sentido del autor/es.

Comentarios de nuestros usuarios a esta noticia

Mª José - 19/11/2008
¿Y qué dicen de esto los técnicos de patrimonio y culturales de nuestro ayuntamiento? Si, como dice el autor, es una aberración ¿por qué permanecen callados?
Benito - 19/11/2008
Totalmente de acuerdo con el artículo. Las obras hechas en La Murta son vergonzosas. Maria José, si los técnicos del ayuntamiento no dicen nada será porque es del propio ayuntamiento de donde cobran y nadie echa piedras sobre su propio tejado.
David - 20/11/2008
No estoy en absoluto de acuerdo con este artículo por muchísimas razones que requerirían mucho espacio pero, por concretar, mi principal punto de discrepancia se encuentra en que si hiciéramos caso a la tesis aquí mantenida debéríamos dejar a los edificios degradarse hasta que desaparecieran porque son "obras de arte". Si así se hiciera, nos encontraríamos ante problemas como la degradación extrema de los barrios y el consumo constante de suelo para abrir nuevos barrios. La restauración no se puede entender como "supone el destrozo más absoluto que un edificio puede sufrir" sino adaptar las edificaciones a las nuevas circunstancias y necesidades de la sociedad y para darles una utilidad futura. Y respecto a la restauración del monasterio de la Murta, estoy de acerdo en que se realice, y la crítica realizada me parece desmesurada e improcedente, ya que el Ayuntamiento además de arquitectos tiene historiadores y arqueólogo, todos ellos con una gran sensibilidad por el patrimonio.
Pere - 20/11/2008
Totalmente de acuerdo con el artículo. Una cosa es restaurar y otra reformar. Con un edificio se puede tener un cuidado paulatino y ese edificio aunque tenga 500 años siempre será digno de observar. Pero si un edificio totalmente en ruinas y degradado lo queremos volver a levantar para que sea lo que fue en su día ¿en que se convierte? En un híbrido inútil que ni es lo que fe y ni mucho menos es lo que pretende que sea. Imaginemos un coche viejo, por ejemplo un 600, si a ese coche todos los años se le hace una revisión siempre será el mismo coche y no perderá su esencia. Ahora bien si cogemos ese 600 que está abandonado y para darle un buen uso le ponemos aire acondicionado, airbags, elevalunas eléctrico, etc. Nunca será el coche que fue en origen ¿se le podría llamar 600? Quizás si ¿Mantendría el mismo espíritu del legendario coche? Absolutamente no. De todas formas a la vista de las fotografías del artículo no se aprecia la sensibilidad por el tratamiento que se le ha dado al monasterio.
Andrés - 20/11/2008
David creo que no has entendido bien el artículo. Pienso que una cosa es mantener algo y cuidarlo para que perdure y otra, muy distinta, tratar de hacer algo que había con unos restos que ni será lo que era ni tendrá sentido en la actualidad. Como bien dice el autor, tenemos el ejemplo del teatro romano de Sagunto que han pretendido restaurarlo como lo que era y han hecho una gran chapuza, pues para eso mejor dejarlo como estaba y cuidarlo pero con coherencia.

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