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Estampas y recuerdos de Alzira (119)Música celestial
De las tres décadas de José Domínguez entre los alzireños destaca la labor en la música
“A la gente que se le recibe según aparenta y se le despide según es”. Cariñosa y emotiva despedida recibió el bondadoso sacerdote José Domínguez, fallecido recientemente, que aparte de ser acompañado por sus paisanos de Beniarrés y algunos amigos de Alzira, que se desplazaron a este pueblecito de la Vall d’Albaida, que llenaron por completo el 3 de septiembre del corriente año la parroquia de San Pedro Apóstol. Acudió a presidir la misa de cuerpo insepulto el arzobispo de la diócesis, monseñor Agustín Gascó y Vicente, asistido por el canciller secretario, Eduardo Margarit Solves; los vicarios episcopales de Xátiva, Manuel Soler Espí; de Valencia, Juan Piris Frígola y el de la Ribera, José Nacher Riera; en total los sacerdotes que celebraban la eucaristía sumaban cuarenta y cinco.
La semana anterior al deceso, José Domínguez había estado instrumentando al órgano de la parroquia de su pueblo la música de la misa de fiesta, pero debido al empeoramiento de la enfermedad que desde hace unos años arrastraba con gran resignación cristiana, fue internado en la residencia que para sacerdotes atienden unas santas hermanas de Quart de Poblet, donde le sorprendió la muerte el viernes día dos de este mes de septiembre.
José Domínguez Valor había nacido en los últimos días del año 1933. A los catorce años ingresó en el seminario menor de Valencia, en 1947, ordenándose sacerdote en el día de San Pedro del año 1959, es decir el 29 de junio de dicho año, ejerciendo su ministerio a lo largo del año siguiente en la parroquia de Santo Tomás de la capital de la provincia. En 1960, en 23 de agosto, en plena canícula, es destinado a la Parroquia Santa Catalina de Alzira como vicario y organista de la misma, requerido por el entonces párroco y arcipreste de San Bernardo, Francisco Albiol Bañón. El nuevo vicario había desarrollado en el seminario sus dotes de buen músico, especializándose en el órgano.
Treinta y dos años estuvo con los alzireños, a los que dedicó cariño y simpatía con la fraternidad que le caracterizaba, cosechando amistades por doquier. Desde su llegada a Alzira fue capellán del Hogar de Ancianos Desamparados Santa Teresa Jornet, hasta el 15 de mayo de 1978 el prelado de la diócesis le nombró párroco de La Encarnación, iglesia más conocida por los alzireños por la de Capuchinos. Con este motivo, el hoy obispo Jesús Pla y Gandía, en nombre del arzobispo, le dio las gracias al aceptar este cargo, con el que terminaba la polémica que se había enraizado en la barriada con la no salida de los frailes capuchinos de la referida parroquia.
La parroquia de La Encarnación la regentó durante una docena de largos años, teniendo que soportar la angustia de los días aciagos de la pantanada, por la que tuvo que acomenter después la restauración del templo. Siendo párroco, en el año en que la imagen de la Virgen del Lluch visitó las barriadas de la ciudad cada semana en un lugar, la de capuchinos, dirigida por él, se distinguió entre todas por su bien hacer. Entre 1985 y 1991 fue nombrado capellán del Santuario de la Virgen del Lluch y al tomar posesión como párroco de Santa Catalina y vicario episcopal de la Ribera, Juan Piris, fue nombrado nuevo párroco de La Encarnación y José Domínguez regresó de vicario de a la de santa Catalina, donde estuvo un año aproximadamente, ya que el 23 de septiembre de 1992 fue nombrado capellán del Hospital Lluís Alcañiz de Xátiva y cuatro meses más tarde, canónigo de la Santa Iglesia colegial de la misma ciudad, tomando posesión de la canonjía en 27 de febrero de 1993, momento que recoge la fotografía que acompañamos, ceremonia a la que se sumaron familiares más directos, muchísimos alzireños y paisanos.
De sus largas tres décadas entre los alzireños, destaca la labor en la música. Su paso por la Sociedad Musical de Alzira y la Orquesta y Coros Ciudad de Alzira, no serán olvidadas fácilmente por sus componentes; formó parte de sus directivas, al mismo tiempo que, amparándose en su ministerio, de asesor religioso. Fue al mismo tiempo profesor de religión en el Instituto Rey don Jaime y en la Academia Júcar.
Alzira, sus vecinos, antiguos feligreses y amigos le recordaron en el funeral que tuvo lugar en la misa vespertina del pasado martes en la Iglesia de Santa Catalina, su parroquia durante tantos años, oficiada por sus compañeros sacerdotes y presidida por el vicario episcopal, José Nacher.
Alfonso Rovira 23.09.1994
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