

«Cogí miedo, no quería que los 'Mantequilla' nos remataran»
La familia 'Mantequilla' mató a cuatro 'Kung-Fu' en 2006 en su casa de Alzira. El odio entre estos dos clanes rivales se hizo eterno en aquel instante. Y ese mal, que nació del amor por una mujer, es difícil de curar. Las cuentas pendientes entre familias gitanas no se suelen arreglar en los tribunales. El dolor persiste a la espera de que llegue la venganza, el día de devolver la afrenta. Y este puede aparecer en el momento más inesperado.
Juana y David, madre e hijo de los 'Kung-Fu', quizá vieron la oportunidad un 31 de enero de 2008. Esa tarde, el joven llegó a su casa de Carlet tras pasar el día recogiendo chatarra, negocio del que subsiste la familia. La madre le comunicó que la lavadora se había roto. Y juntos decidieron ir a Carrefour a por un nuevo electrodoméstico. Ni siquiera llegaron a comprarlo. El miedo o la furia se cruzaron en su camino.
«Mama, vámonos que están estas aquí», explicó David ayer durante el relato de los hechos que hizo al tribunal de la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Valencia. El 'estas' hacía referencia a cuatro mujeres del clan rival.
Las 'mantequilla', que estaban en la caja, también vieron a la pareja rival. Se sintieron amenazadas, y solicitaron que una vigilante del local las acompañara hasta su vehículo, estacionado en el parking. Y cuando se dirigían al automóvil, David, de 22 años, apareció entre los coches y comenzó a disparar con un revólver. Una de ellas, que estaba embarazada, resultó herida de bala.
El joven negó en repetidas ocasiones que fuera por venganza. «En ningún momento quise vengarme. Yo ya tengo bastante sufrimiento», dijo. El acusado se escudó en el temor, en el pánico de engrosar la lista de víctimas de los 'Mantequilla' para justificar su reacción. «Vi que había metido una mano en el bolso... y cogí mucho miedo a que nos remataran».
El acusado reconoció que si hubiera querido venganza la hubiera tenido «porque estaban muy cerca». El escrito de calificación del fiscal recoge que a tan sólo cinco metros. Este fue uno de los argumentos que el joven utilizó para defenderse. No lo hizo porque no quiso, no porque fallase. Incluso llegó a decir que disparó al suelo.
No obstante, para el Ministerio Público no existe duda de las intenciones del acusado: «Estaba guiado por el ánimo de matar». Por eso, se piden 31 años de cárcel por cuatro asesinatos en grado de tentativa.
David, sin embargo, explicó que llevaba el arma en la furgoneta porque cada vez que va a Alzira, donde viven los miembros del clan rival, siente miedo. La defensa presentó a David, como un joven, con un hijo ya a su cargo y que tuvo que mudarse a Carlet tras la matanza en la que perdió a su padre y hermanos. «Yo ya no tengo nada, sólo el día y la noche», comentó la madre del acusado para subrayar la situación que ambos viven.
El joven intentó exculpar a su progenitora pese a que ella en su primera declaración se inculpó para 'salvar' a su hijo. Pero ayer todo cambió. Dijo que estaba en la furgoneta cuando su hijo empezó a disparar, que no había visto a las 'mantequilla' y que desconocía que su hijo tuviera un arma. Nada de nada.
Sin embargo, la Fiscalía le acusa de cómplice y pide 14 años de prisión. Uno de los testigos corroboró esta versión. Aseguró que Juana estaba fuera del vehículo y le dijo a su hijo: «Ahora salen» o «Ya están ahí» cuando vio a las víctimas.
El proceso se suspendió hasta el próximo 26 de enero por la ausencia de testigos. Pero antes, la próxima semana, está previsto que arranque el juicio por la matanza en Alzira. Todo apunta a que habrá conformidad y se aceptarán las penas. Se cerrarán así las cuentas pendientes en los tribunales. Las otras pueden que permanezcan abiertas durante años.
A. Rallo
https://www.lasprovincias.es/valencia/local/ribera/
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