Por si no lo sabías la presión arterial elevada unida a otra serie de factores, se encuentra entre los primeros lugares de las principales causas de mortalidad en los países desarrollados. Así es, muchas personas desconocen que sufren hipertensión o algún otro tipo de trastorno relacionado con la tensión arterial y solo son conscientes de la enfermedad e inician un tratamiento tras sufrir un ataque al corazón o un accidente cerebrovascular.
Así que por aquello de que más vale prevenir que curar, a continuación te mostramos toda la información que precisas para mantener en forma tu tensión arterial. ¡Acompáñanos!
Antes de nada, decirte que la tensión arterial puede variar a la baja (hipotesión) o al alza (hipertensión).
La hipotensión o presión arterial baja, no suele ser peligrosa ni una razón para preocuparse a menos que muestre algunos de los siguientes síntomas:
Incapacidad para concentrarse
Visión borrosa o distorsionada
Al contrario que la presión arterial alta, que está asociada con muchos problemas de salud potenciales, la presión arterial baja con frecuencia se considera un marcador de buena salud. No obstante, conviene que la persona sea consciente de los signos y síntomas de la presión arterial baja y hablar con su médico si le está causando problemas.
Por el contrario, la hipertensión alta, es bastante más peligrosa, ya que como hemos comentado en párrafos anteriores, en la mayoría de los casos es asintomática, por lo que suele pasar desapercibida hasta que ya es demasiado tarde.
Como es normal, cada organismo es único, aunque existen factores de riesgo que pueden influir desfavorablemente siendo origen de hipertensión. Las causas más comunes de variación de la tensión arterial de una persona a otra son la edad, el sexo y la genética, así como varios factores externos más. Veamos algunos de ellos.
Sobrepeso. Según numerosos estudios, las personas que padecen obesidad tienden a aumentar la resistencia de los vasos sanguíneos, por consiguiente, el corazón debe trabajar con un mayor esfuerzo.
Hábitos de vida poco saludables. La ingesta de cantidades excesivas de sal, el sedentarismo, el tabaco o el alcohol, favorecen la presión arterial alta.
Medicamentos. Algunos fármacos como los usados para tratar el asma y los hormonales pueden subir la presión arterial. Incluso algunos antiinflamatorios, antidepresivos y analgésicos tienen ese mismo efecto.
Diferentes patologías como la diabetes, la apnea, problemas renales o de tiroides, provocan que al menos un 10% de los pacientes sufra de hipertensión secundaria.
Además de los factores ambientales vinculados al tipo de vida de cada individuo, está demostrado que los cambios fisiológicos del proceso de envejecimiento son muy numerosos y favorecen la elevación de las cifras de presión arterial.
Con el paso de los años, los vasos sanguíneos se debilitan perdiendo la elasticidad provocando que las arterias se endurezcan y sobrecargando de trabajo el corazón. Y aunque es bien cierto que no podemos parar el tiempo, no es menos cierto que existen medidas para poder regular la presión arterial y disminuir sus efectos secundarios. Igualmente, es indispensable tratar a todos los hipertensos, independientemente de su edad y del tipo de hipertensión: sistólica-diastólica o sistólica aislada.
Sin embargo, el tratamiento de la hipertensión en el anciano puede resultar una tarea complicada por la necesidad de tener presente una serie de características propias asociadas a este grupo de pacientes que pueden interferir en la administración del medicamento dando lugar a serios efectos secundarios. Por ello, lo más adecuado es delegar esta atención en manos de expertos profesionales como los que encontrarás en el nuevo servicio de cuidado de mayores a domicilio que llega al mercado español llamado Beeping. Una plataforma segura y confiable que cuenta con una amplia trayectoria, y para la que el cuidado del anciano es la máxima prioridad.
Además de utilizar las herramientas médicas que ponen a nuestro alcance los especialistas, hay que destacar que nuestras rutinas saludables pueden reducir las alteraciones considerablemente.
Mantener una alimentación sana. Eliminar de la dieta la sal o disminuirla lo máximo posible, evitar el consumo de alcohol y alimentos grasos o aumentar la ingesta de frutas y verduras, son las medidas más adecuadas para beneficiar la salud de nuestra tensión.
Desterrar el estrés de nuestra vida. El estrés crónico que genera el trabajo, las preocupaciones, la economía, pueden causar una elevación persistente de la presión arterial. Para aliviarlo no dudes en contactar con profesionales.
Realizar más actividad física. Decir adiós al sedentarismo e incorporar a tu rutina diaria un ejercicio físico adaptado a cada situación, es una de las medidas más recomendables para regular la tensión.
Abandonar el tabaco y el alcohol. Son dos contribuyentes muy poderosos que producen un incremento agudo de la tensión arterial.
Las personas mayores de 40 años son más propensas a las subidas de tensión arterial. De todas formas, para que vayas tomando nota, te detallamos cuáles son los valores normales de tensión arterial por edades:
Recién nacidos y bebés de entre 1 y 12 meses: 60-90 mmHg.
Niños de entre 1 y 5 años: 65-95 mmHg.
Niños entre 6 y 13 años: 70-105 mmHg.
Adolescentes de entre 14 y 19 años: 77-117 mmHg.
Adultos de entre 20 y 60 años: 80-120 mmHg.
Personas mayores de 60 años: 90-140 mmHg.
Para terminar, solo recordarte que hay aunque hay que tener en cuenta estos datos, no hay que perder de vista que es preciso valorar además otros factores dependiendo de la persona y por supuesto, siempre solicitar el asesoramiento y acompañamiento de un profesional.
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