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Año Internacional de los BosquesArtículo de opinión de Pedro Domínguez
“Debemos concienciarnos de la importancia y necesidad urgente de protegerlos y recuperarlos”
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Natura Pedro Domínguez Gento
Los humanos nacimos en los bosques, evolucionamos a su lado y aún les debemos muchísimos favores porque ellos regulan el clima, protegen el suelo, almacenan el agua dulce, evitan o reducen las sequías y las inundaciones, sirven de refugio a la fauna y flora silvestre, absorben el CO2 (principal gas del calentamiento global), son fuente de recursos naturales: madera, corcho, miel, plantas medicinales y aromáticas, setas, caza, pesca, turismo, etc. Donde desaparecen los bosques surgen los desiertos y prácticamente se extingue la vida.
Actualmente ocupan el 30% de las tierras emergidas, aunque sólo una tercera parte son bosques primarios, albergan el 90% de la biodiversidad y el 60% de las aguas dulces. Unos 60 millones de seres humanos viven en los bosques, 350 millones viven de ellos en su periferia, 1200 millones dependen económicamente de los bosques y todos los demás nos beneficiamos de sus funciones ecológicas globales. Sin embargo, al menos desde la primera revolución industrial, la superficie boscosa ha ido reduciéndose de forma continua; concretamente durante la última década han desaparecido 130.000 km² de bosques cada año, una superficie equivalente a la de Inglaterra, cada año... Las causas del retroceso forestal son los incendios, las talas masivas, la minería a cielo abierto, la urbanización excesiva, etc.
Por todo ello, la ONU ha declarado el 2011 Año Internacional de los Bosques, para concienciarnos de su importancia y de la necesidad urgente de protegerlos y recuperarlos. Paralelamente está desarrollando un plan mundial con el objetivo de plantar 7000 millones de nuevos árboles, uno por cada ser humano...
En el País Valenciano sólo nos queda una pequeña porción de bosques primarios y somos una de las zonas europeas con mayor riesgo de desertificación, de manera que podríamos aprovechar este año para proteger definitivamente los bosques que restan y recuperar los que podamos, plantando árboles autóctonos (los propios de nuestros ecosistemas, no especies invasoras) en los montes, en las riberas de ríos y barrancos, en los setos, en los descampados, en los caminos, en nuevos jardines y zonas verdes, en las calles (¡cuánta diferencia hay entre una calle cubierta sólo de hormigón, asfalto y coches y otra ambientada con árboles!).
Deberíamos mejorar la prevención de incendios durante todo el año, la vigilancia y la extinción en verano; también tendríamos que descartar las innecesarias y destructoras urbanizaciones en proyecto, no podemos seguir creciendo como un cáncer sobre el territorio, lo que hemos de hacer es reverdecer y adecuar la ciudad para que dé gusto vivir en ella y no haga falta ‘chaletizar’ más el entorno. Además, podemos ahorrar papel, reciclarlo y preferir el papel reciclado, que evita la tala de millones de árboles; comprar los muebles nuevos de maderas sostenibles, con el sello del FSC, que obliga a talar selectivamente, nunca a ‘matarrasa’, y a replantar los árboles cortados; incluso podríamos plantearnos viajar menos y, siempre que sea posible, moverse a pie, en bici o transporte colectivo para reducir las emisiones de gases invernadero; etc.
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